
Quiero hundirme hasta las rodillas.
Llorare, llorare y seguiré llorando.
¡No! Tengo porque cerrar el grifo de mis ojos, ni taponar mis lágrimas para esconderlas.
¡No! Dejo de ser menos hombre por llorar, por suspirar.
Llorare tanto como quiera, como me dé la gana.
Llorare hasta que me llegue el agua hasta las rodillas. Flotare en mi tristeza y dejare que el agua arranque mis sentimientos... dejare que los disuelva... me dejare mecer en la sal de la amargura...
Quiero hundirme hasta las rodillas y seguir hundiéndome... no tengo porque respirar, no tengo porque dejar que la felicidad me agarre del brazo y me salve.
¡No! Tengo porque dar explicaciones del agua que recorre mis venas.
¡No! Tengo porque sentirme inferior por sentir o por enjugar mis ojos.
¡No! Tengo porque decir que estoy bien cuando en realidad estoy mal...
Quiero hundirme hasta las rodillas y seguir hundiéndome... disfrutar del silencio cuando el oxigeno se va, aprovechar la tranquilidad de la mente que ya no piensa más.
La solución es hundirse, tocar fondo y dejar que la sonrisa del ahogado flote a la superficie.
¿Quieres hundirte conmigo?


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