Extraño las nubes. Se que suena tonto y algo ridículo que en este punto de mi vida, lo único que extraño sean las nubes. Las recuerdo como algo insoñable.
Desde aquí es difícil verlas, así que se podría decir que más bien extraño el ver las nubes más que en ellas mismas.
Tengo 42 años y me dedico a consolar a las personas. Oficio extraño, lo se. Pero es un oficio.
Creo que nací para ello. Se me da bien y no se cobra mal. El horario es bastante flexible, aunque alguna que otra vez, por razones de peso, he tenido que hacer horas extras o acudir fuera de mi horario normal.
Mirándolo bien, no tengo un horario normal.
(Un fragmento de una novela no acabada... de esas que escribes y se quedan en nada)
 
 

